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Planificar la incertidumbre de la innovación

El proceso que permite planificar y presupuestar la innovación, es el mismo que se requerirá para desarrollar una metodología de innovación, ya que posibilita cuantificar los recursos involucrados y los tiempos de desarrollo. Esto asegura que los recursos se usen de forma efectiva y eficiente, al ir testeando prototipos y validarlos con clientes y usuarios, y en caso de ser necesario, buscar financiamiento desde una mejor situación, aumentando con ello las posibilidades de conseguirlo.

Muchas veces la necesidad de innovar surge cuando los problemas están presentes y latentes, incluso en momentos de colapso o con dolores muy fuertes que aquejan a nuestras organizaciones. Problemas que en más de una ocasión nos quitan el sueño y ocupan nuestro día a día. No obstante, y a pesar de su aparición aparentemente poco oportuna, lo importante es que esta necesidad surja. Obviamente no es un requisito que la necesidad de innovar provenga de estas situaciones, ya que también puede surgir por ganas de explorar nuevos mercados, o de aportar mayor valor a la organización, o de resolver problemas de formas diferentes, o para desarrollar nuevas oportunidades, entre otras. Como sea, lo importante es iniciar.

El problema es que la innovación no es automática, o surge sólo por el hecho de declararla dentro de una organización ―“desde hoy, la organización será innovadora”―, porque en general requiere de cambios en las personas y/o culturales, y por tanto requiere de un trabajo fuerte, disciplinado y perseverante. Aún más para superar y lograr desenvolverse con éxito en espacios inciertos, donde no se conoce el camino exacto que se recorrerá, ni tampoco el resultado al que se llegará.

Por otro lado, se debe tener en cuenta que la innovación busca un alto aprendizaje a bajo costo y en el menor tiempo posible, lo que se traduce en el uso efectivo de los recursos, los que se requerirán, por ejemplo, a la hora de destinar horas hombre para desarrollarla, lo cual implica sueldos o incluso costos de oportunidad.

Además, las metodologías de innovación se ejecutan por un proceso que permite el entendimiento del problema a resolver y también el aprendizaje, a partir del testeo de una solución desconocida con los clientes, usuarios u otros actores claves del entorno.

Entonces, considerando la incertidumbre de un proceso de innovación, ¿cómo presupuestamos o planificamos el desarrollo de una solución que no conocemos?

Paradójicamente, la respuesta es, justamente, volcarse de lleno al proceso basado en una metodología de innovación, ya que esta metodología, por definición, sí se puede planificar y presupuestar. Por ejemplo, considerar la cantidad de personas, encuestas y focus group necesarios; talleres, horas de dedicación, elaboración de prototipos, y otros. Claro, al principio será más difícil realizar estimaciones, pero en la medida que esto se haga más conocido y familiar, será cada vez más fácil. Y obviamente si una solución innovadora va tomando forma y va haciendo sentido, es probable que ese proyecto consiga presupuesto extra para desarrollar esa solución.

Por lo tanto, lo importante de la innovación es partir cuanto antes, para que antes se obtengan sus beneficios. ¿Cuándo sería el mejor momento para hacerlo? Ayer. Y si no partí ayer, el segundo mejor momento es hoy.

Lo relevante es incorporar la innovación como una forma de desarrollar la estrategia de la organización, tanto desde el ámbito comercial ―que permitirá generar un crecimiento sostenible―, como en el ámbito operacional ―que mejorará la efectividad y eficiencia de los procesos―. Desde luego, también puede impactar en otros ámbitos, pero se destacan los medulares de cualquier organización, porque es una manera concreta para abordar los problemas o desafíos actuales y desde ahí fortalecerse hacia una cultura innovadora de la organización.

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Ingeniero Civil Industrial, Mg. en Innovación y Mg. En Gestión Empresarial Consultor y Fundador de Synapsia

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