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FYI, necesitamos una respuesta ASAP

Las expresiones en inglés, en el mundo corporativo, han llegado para quedarse. Pero, por más "cool" que parezcan, no dejan de ser poco cálidas y su utilización les quita espacio a expresiones más amenas presentes en nuestro castellano. De cualquier forma, como parece ineludible topárselas, aquí incluimos una pequeña lista. Para no quedar "lost in translation".

No se trata solo de anglicismos como “Brain storming”, “on boarding” o “market share”. El mundo corporativo ha ido incorporando en su lenguaje acrónimos que, siempre en inglés, se utilizan para simplificar la comunicación escrita, eliminar cualquier espacio de dudas y agilizar aún más las interacciones entre colegas. Como hispanoamericana que soy, creo que un “Buenos días, ¿qué tal estuvo tu fin de semana?” no toma mucho tiempo y puede marcar una diferencia muy grande tanto internamente como con los públicos externos de una organización.

Por ejemplo, ya es común recibir un correo que solo dice “FYI”. Está clarísimo, “For your information”. No queda duda de cuál es el objetivo de este mensaje y qué es lo que debe hacer el receptor. Luego, en el momento de la reunión, es asumible que la persona leyó lo que contenía, pues decía “FYI”.

En términos de eficiencia no le veo contras, pero como la comunicación es más que eso, sí me preocupa que tanta impersonalidad nos pase factura y perdamos ese toque humano que construye relaciones.

A los latinoamericanos, en general, nos interesa la vida del otro. Aunque con matices, pues no es lo mismo un caribeño saludando que un representante del cono sur del continente. Hablando claro: soy una venezolana en Chile y SIEMPRE te preguntaré primero cómo estuvo tu fin de semana, cómo está tu carga laboral y al final si puedes asumir un proyecto para una fecha determinada.

Y aunque nuestro continente tiene diferentes tonalidades, tenemos eso en común: el interés por el otro. Así le pasó a una colega chilena que tuvo que pasar una temporada en Londres. Al ver que sus preguntas eran mal recibidas, optó por mostrar fotos de sus hijos acompañadas de anécdotas. No puedo decir que logró hacer amigos, pero sí romper el hielo y hacer más amenos sus días por el Reino Unido.

Soy una defensora acérrima de mi amado castellano y trato en todo momento de utilizarlo sobre otras opciones, pero, por otro lado, aun cuando entiendo que debo ajustarme con palabras o nombres propios como “bluetooth” en vez de “tecnología inalámbrica de corto alcance”, ciertamente prefiero decir “habilidades” o “clave” en vez de “skills” o “password”. Pienso que, si estoy en Chile y trabajo con hispanoparlantes, debo honrar el idioma que nos une y utilizarlo como mi herramienta de comunicación o “código”, como mencionaba en la columna pasada.

El castellano es un idioma muy rico que lo tiene todo, no es necesario pedir prestado. Y no me refiero a cerrarme a su evolución, pues se trata de una lengua viva y vigente. Para explicarme mejor, cito a los expertos. Hace unos años José Antonio Pascual, Doctor en Lengua Española y ex vicesecretario de la RAE, decía: “No me parece que haya “distorsión” cuando se adopta intencionadamente un término técnico o científico, compartiéndolo con otras lenguas. Ciertamente, en la incorporación de palabras extranjeras pueden presentarse problemas, pero no es menos cierto que a las lenguas no les viene mal la convergencia entre ellas: sobre todo si es buscada”.

Es decir, no es lo mismo “vamos a hacer running” cuando vamos a correr, que “paper” para referirnos a un trabajo de investigación publicado por una entidad respetada en su rubro.

¿Adaptación o resignación?

Es innegable que ya hemos hecho nuestras muchas palabras y expresiones de otros idiomas y nos pone en aprietos pensar su versión en castellano. Hasta al mayor defensor de nuestra tradición lingüista le costaría mantener una conversación laboral sin palabras como e-mail, coffee break, software, know-how, stakeholders, management, o el tan famoso CEO (que en mi juventud era el gerente general).

No estoy contra la globalización, la internacionalización de las empresas o la búsqueda de un “lenguaje universal”. Por supuesto que estoy de acuerdo en que mientras mejor trabajemos las herramientas de comunicación, más clara será esta y disminuiremos los riesgos de los malentendidos. Mi preocupación es si estamos seguros de que todos en el mundo corporativo hablamos el mismo idioma y si no estamos exagerando con la eficiencia cuando la calidez y la humanidad no quitan más de 3 minutos y pueden marcar una gran diferencia. 

Pero, preocupaciones aparte, como dicen los españoles, “vamos a lo que vinimos”: La simbología en inglés que invade las bandejas de entrada y deja sin cabida frases tan lindas de nuestra cultura como “buenos días”, “por favor” y “gracias”.

FYI: For your information / Para tu información

FYA: For your action / Para que resuelvas

ASAP: As soon as possible / Lo antes posible

AFK:  Away from keyboard / Lejos del teclado

BTW: By the way / Por cierto / A propósito

CC: Carbon copy / Copia de carbón

BCC: Blind carbon copy / Copia de carbón oculta

TBC: To be confirmed / Por confirmar

BTW, ¿sabías que 483 millones de personas hablamos español? Según el Instituto Cervantes, es el idioma más hablado del mundo, después del chino mandarín.

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Licenciada en Comunicación Social, Mg. en Dirección de Comunicación Estratégica. Docente en Panamerican Business School.

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