El martes 11 de julio fue la fecha de inicio de funciones de la Comisión contra la Desinformación y, a pesar de que casi estar por cumplir un mes, sigue levantando críticas y alertas entre críticos de las comunicaciones, medios y entidades internacionales. Si bien su función está delimitada a estudiar el fenómeno de la desinformación y no definirá qué es verdad y qué no, es un red flag que se trate de una entidad del Estado, liderada por las ministras de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, y de Secretaría General de Gobierno, quien además juega un doble rol al ser vocera del gobierno.
El que explica se complica
El problema fue su comienzo: su anuncio se hizo sólo a través de un decreto administrativo publicado en el Diario Oficial, no quedaban claras sus funciones, tampoco el porqué de dos ministerios, cómo fueron elegidos los miembros y así, más dudas.
Vamos a lo que sí se dijo: “Asesorar al ministro(a) de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación y al ministro(a) secretario(a) general de Gobierno, en los aspectos que permitan analizar el fenómeno global de la desinformación y su manifestación a nivel local en Chile, y deberán elaborar dos informes en el plazo de un año.”
Los encargados son nueve expertos del mundo público y privado que tienen como misión entregar dos informes, uno en agosto y otro en noviembre. Señalan que a pesar de los tiempos son muy cortos, creen poder lograrlo.
En teoría, no se propondrán proyectos de ley. Sin embargo, ya se adelantó que, si eso sucediera, pasarían por el Tribunal Constitucional.
Llegamos al 11 de julio, día de su primera reunión
Entre las explicaciones que escuchamos de sus voceras destaco: “no será un Ministerio de la Verdad”, “no va a proponer proyectos de ley”, “no definirá temas de coyuntura” y “tampoco abordará el papel de los medios de comunicación”.
Y es que tantos “no seremos” o “no haremos” es una gran red flag. En el mundo de las comunicaciones hay un pecado que cobra con intereses: posicionar en la mente de tu audiencia la idea equivocada.
Le pasó a Nixon cuando usó en la misma frase “presidente” y “ladrón” (“The president of the United States is not a crook”, dijo), y hace poco lo vimos en la carrera presidencial española con Pedro Sánchez cuando dijo “Dicen que me obsesiona el poder, pero…”.
Si tu objetivo es ir contra la desinformación a través de un organismo transparente, multidisciplinario y pluralista, no menciones al “Ministerio de la Verdad” y tampoco uses explicaciones tan abstractas que generen más dudas que certezas.
Si ya existía recelo ante esta comisión, este primer día nos acercó más a la novela “1984” de George Orwell, referencia innecesaria y muy poco atinada si lo que se buscaba era alejarse de sesgos como: “Cuando los gobiernos intervienen en temas de información puede venir un sistema de represión”; “Si los medios no son su objetivo, ¿qué planean con las redes, será acaso limitarlas?”; “¿Qué quiere decir “estudiar el fenómeno de la desinformación”, es acaso coartar la libertad de expresión?”; Y así muchas más…
En todos lados hay sesgos, incluso en casa
Sumando red flags, considero que no es el mejor momento para el país. En comunicaciones, así como conocer a la perfección a tus audiencias, también es clave elegir el momento adecuado. No siempre lo es y a veces es mejor esperar.
Chile se está preparando este año para la conmemoración los 50 años del Golpe de Estado. Si de bandos se tratara, tenemos dos grandes “audiencias”, las que defenderán sus realidades a capa y espada. Y no se trata de verdad, mentira o posverdad, sino de fenómenos sociales como:
- Razonamiento motivado: cuando confirmamos las creencias que queremos mantener
- Polarización de grupo: cuando reforzamos nuestras opiniones y creencias al estar, compartir o pertenecer a grupos que las comparten
Existen diversidad de discursos que son creíbles, cada subjetividad es una realidad, así como cada experiencia es una verdad. ¿Existe una más válida que otra? ¿Le corresponde al Estado definirlo? Y me refiero al Estado democrático, por supuesto.
Y en ese sentido traigo a colación las declaraciones de Michael Greenspon, presidente de la Sociedad Interamericana de Prensa: “Más allá de lo loable que puedan parecer los objetivos, debe haber preocupación cuando los gobiernos se involucran en forma directa en el análisis de información, expresión, medios o periodismo”, y agrega: “Las comisiones, los observatorios u otras formas gubernamentales de vigilancia siempre suelen mirar la realidad desde ópticas ideológicas, aconsejando políticas públicas sesgadas, con efectos negativos sobre las libertades de expresión y de prensa”.
¿Qué esperar?
A un mes de su creación las incomodidades continúan. Los que están en contra deberían esperar con calma a la entrega del primer informe, sin embargo, ese no ha sido el espíritu.
¿Por qué? Además de las razones políticas, en comunicaciones no tienes dos oportunidades para posicionar tu idea o tu marca. Una vez que empiezas mal, así continuarás. Cambiar percepciones no es fácil, es un camino cuesta arriba, mucho más complejo que haber comenzado con una estrategia clara, considerando pros y contras y luego, bien implementada.
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