Close

Si no está roto, no lo arregles… Al menos, en un inicio

La innovación no refiere solo a la implementación de tecnologías ultra sofisticadas y disruptivas. Esa es, desde luego, la alternativa más atractiva y conocida. Pero no es la única. Reconocer e intervenir adecuadamente en las necesidades reales que tiene la estrategia de generación de valor de una empresa, puede hacernos más competitivos y productivos de una manera eficiente. Y lo anterior también se puede hacer de forma creativa o novedosa.

Al momento de hablar de temas de innovación y de implementar este tipo de rutinas dentro de las actuales estrategias existentes en las empresas, muchas veces estas prácticas se asocian a actividades altamente inciertas, que requieren grandes montos en inversión y que se basan exclusivamente en torno a tecnologías sumamente sofisticadas y disruptivas.

Aunque las dos primeras aseveraciones no dejan de ser, en parte, ciertas ―pero completamente manejables, con diferentes mecanismos―, la tercera corresponde más a un mito que a una realidad irrefutable.

En mi experiencia, muchas empresas gastan tiempo y recursos buscando “la gallina de los huevos de oro”, destinando todos sus esfuerzos en desarrollar o adquirir tecnología altamente sofisticada para poder luego comercializarla exitosamente. Y cuando no lo consiguen, se desilusionan del mundo de la innovación. Encontrar o desarrollar la próxima tecnología disruptiva a nivel mundial, supone entonces una gran presión para empresas que, tal vez, solamente interviniendo la manera en que se relacionan con sus proveedores, podrían mejorar la manera en que generan ahorros o nuevos ingresos para la compañía.

Inspirados por el viejo dicho popular “Si no está roto, entonces no lo arregles” ―y al cual adhiero con tremenda convicción (al menos en el inicio de estos procesos de innovación)―, los puntos en que una empresa debiera intervenir o mejorar dentro de su estrategia de negocio, deben corresponder a aquellos que se identifiquen como una debilidad y representen un riesgo mayor para el negocio, porque ¿para qué empezar a invertir ciegamente recursos modificando algo que en principio te está funcionando y no representa una amenaza?

Por ejemplo, si mi relación con mis aliados estratégicos y proveedores está en un mejor pie en comparación con mis canales de comunicación, valdría la pena entonces centrar mis esfuerzos y recursos como empresa para intervenir este aspecto, incorporando “una nueva manera de hacer las cosas que me permita capturar valor” en ese punto particular de mi estrategia y no en otro. Es decir, podemos capturar valor de manera mucho más práctica cambiando la manera en que me relaciono con mis clientes. ¿Cuánto realmente conocemos de ellos y de sus necesidades? Tal vez en algo tan cotidiano como escuchando a quien me está comprando, podríamos encontrar una nueva forma de capturar su atención, fidelidad y consumo. Con esto, existe la alta probabilidad de que mejore mis ingresos como empresa, invirtiendo de una manera controlada y razonable.

Como vemos, basarse en aspectos tecnológicos sofisticados, vanguardistas y disruptivos para mejorar productos comercializables, es solo uno de los caminos que las empresas pueden optar para lograr innovar en este mundo competitivo y dinámico al cual nos vemos enfrentados. Pero lo importante es entender que eso representa solo una alternativa dentro de las muchas existentes. La elección de cuál de las alternativas escoger dependerá de la realidad de cada empresa, de sus prioridades y obviamente de sus recursos.

Innovar exitosamente, entonces, no es exclusivo de empresas como Google o Amazon. Aunque son referentes, aspirar a desarrollar tecnologías como las que poseen ellos puede ser poco factible, poco realista y por lo tanto inalcanzable. Cuando escuchamos por ahí que la innovación es un barco que todos podemos abordar, creo que se refiere a justamente esto: a que existen alternativas mucho más factibles y alcanzables que desarrollar un algoritmo ultra sofisticado de predicción de la demanda de nuestros clientes. Evaluar este aspecto, ¿no es acaso un buen inicio para que una pequeña o mediana empresa comience a innovar? Yo, en lo personal, creo que es un muy buen primer paso. Y no hay camino que se recorra, sin dar el primer paso.

Ingresa a tu cuenta aquí

Magíster en Gestión Tecnológica

Deja un comentario

Leave a comment
scroll to top