La vigésimo octava Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, más conocida como COP28, comenzó el 30 de noviembre en Capital City, Dubái, emirato parte de los Emiratos Árabes Unidos.
Esta conferencia, que tiene por objeto que los Estados parte lleguen a acuerdos para reducir la emisión de Co2 a la atmósfera producto del uso de combustibles fósiles, se desarrolla en una región productora de este tipo de combustibles. Los Emiratos Árabes Unidos son, dicho sea de paso, los mayores productores de petróleo a nivel mundial.
De esto ya mucho se ha hablado.
Quizás menos se ha dicho sobre la participación de los pueblos indígenas en esta conferencia, que, para el que no sabe, se desarrolla mediante el Caucus Indígena, en un espacio asignado dentro de la conferencia denominado “Pabellón de Pueblos Indígenas”.
Sin embargo, comenzó la segunda semana de la COP; está cerca de finalizar y no dejo de preguntarme: ¿Dónde están los pueblos indígenas?
Nuestro pabellón pareciera estar ubicado en un lugar estratégicamente elegido para que no sea encontrado, para que los pueblos indígenas conversemos entre nosotros, pero no demos a conocer nuestras problemáticas a causa del cambio climático, algo similar a lo que sucede en nuestros propios territorios.
Allá como acá, tampoco somos partícipes de las soluciones que se plantean en estas conferencias, cuestión que no debería resultar para nada escandalosa si se piensa en el contexto en el que esta COP28 se desarrolla.
Pues bien, mi rol en esta COP28 es visibilizar la amenaza que sufre la comunidad colla a la que pertenezco.
A causa de la alta demanda de litio en el norte de Chile, existe un proyecto aprobado para extraer este mineral desde el salar de Maricunga, ubicado a 160 km al noreste de Copiapó, a una hora de la comunidad. Lamentablemente, y de manera negligente, para su aprobación nunca se nos aplicó (a nosotros y a otras comunidades del sector) el proceso de consulta libre previa e informada, derecho de pueblos y comunidades indígenas de ser consultados ante medidas legislativas y administrativas aplicadas por el Estado y susceptibles de afectarles directamente, así como ante proyectos económicos y de desarrollo, y decidir y controlar, en la medida de lo posible, su propio proceso de desarrollo, establecido en el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo y ratificado por Chile.
Otro de estos proyectos de explotación de litio, llamado “Proyecto Blanco”, fue adquirido recientemente por Codelco (la mayor empresa de cobre del mundo) a la compañía Lithium Power International Ltd., aunque se encuentra frenado por un recurso de reclamación. Desde entonces, y ante el interés del Estado chileno de involucrarse en esta industria productiva extractivista, solo crecen las dudas respecto a lo que sucederá con las comunidades Colla que viven en el norte de Chile.
Una de ellas: ¿Qué pasará con el recurso hídrico en esas zonas amenazadas por la inminente llegada de la minería del litio y con el territorio al que pertenecemos?
El tema del litio y sus usos, el tema de la COP28 y sus acuerdos, el tema vedette de esta era es la transición energética. No obstante, esta no puede existir si no es de la mano con una transición justa y, hasta aquí, se está desarrollando a espaldas de los pueblos indígenas, ya sea en los territorios o en las conferencias internacionales.
Por ello es importante hablar de transición justa, lo que significa y la importancia de su tratamiento con un sentido de respeto, protección y promoción de los derechos humanos de los pueblos indígenas, establecidos tanto en el Convenio 169 como en la Declaración de Naciones Unidas sobre derechos de pueblos indígenas. De lo contrario existirá transición energética, pero en ningún caso será justa.
Por Lesley Muñoz, Licenciada en Derecho e integrante de la comunidad Colla de la comuna de Copiapó.
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