Close

La “I” en I+D es por “Innovación”, cierto?

La realización de proyectos de investigación y desarrollo es el extremo más sofisticado de la innovación empresarial. Estos proyectos, sin embargo, representan un desafío adicional para las empresas nacionales debido a que para ellas no es fácil reconocer el tipo de actividades que se realizan en estas instancias, la cantidad de recursos y capacidades que se necesitan para ejecutarlos, y la alta incertidumbre científica y tecnológica que estos proyectos demandan. ¿Cómo superar este tipo de dificultades? En esta columna revisamos algunos puntos relacionados con la primera de ellas: reconocer cuándo estamos ejecutando actividades de I+D.

Para el mundo de la academia son muy conocidos y utilizados los conceptos y definiciones detrás de las siglas I+D, pero en el mundo privado el escenario es completamente distinto. Para muchas empresas nacionales, estos conceptos no forman parte del corazón de sus negocios, por lo que, en general, definir qué tipo de actividades están realizando es un problema. Aún más, debido a la dificultad que tienen para reconocer con claridad el tipo de actividades dentro de su quehacer, es habitual que incluso algunas entidades que se encuentran ejecutando actividades de I+D no las puedan reconocer fácilmente, simplemente porque no conocen las definiciones de estas siglas.

En base a mi experiencia profesional, muchas empresas aún confunden la letra “I” de investigación en la sigla I+D, con la letra “i” de innovación, y por ello asumen, al ver estas siglas, que estamos hablando de “Innovación y Desarrollo” en lugar de “Investigación y Desarrollo”. Este error es más común de lo que se piensa, y es vital aclarar que existen diferencias entre los conceptos de innovación e investigación, para que así las empresas puedan, primero, reconocer bien sobre lo que están trabajando e invirtiendo y, luego, identificar qué tipo de iniciativas tienen efectivamente en su portafolio.

Esto además ayudaría, entre otras cosas, a gestionar y aplicar correctamente los resultados de estos proyectos, y también a precisar qué fuentes de financiamiento o apoyo, dentro de los que existen en nuestro ecosistema, son los apropiados de solicitar, pues los resultados de una postulación a fondos para financiar un proyecto de investigación y desarrollo serán evidentemente desfavorables si el proyecto que se está presentando y postulando en realidad es solo de innovación.

La solución, paradójicamente, es sencilla: consultar con fuentes establecidas ―pertenecientes a organismos internacionales como la OCDE a través del Manual de Frascati, o a organismos locales como CORFO o ANID― la documentación necesaria en donde se declara lo que se entiende como I+D.

Todas estas fuentes se pueden encontrar fácilmente en internet, y a través de sus definiciones y ejemplos se podrá corroborar, con la ayuda de la bibliografía recomendada, que los proyectos de investigación corresponden a iniciativas en donde se realizan tareas y actividades que contribuyen a la generación de nuevo conocimiento para poder entender o describir los fenómenos observables de nuestro entorno.

Existen iniciativas que buscan resultados que no poseen una aplicación práctica concreta (investigación básica) e iniciativas cuyos resultados si encontrarán una aplicación concreta (investigación aplicada). Por otro lado, también hay proyectos de desarrollo experimental, que son las iniciativas que utilizan nuevo conocimiento derivado de instancias de investigación (básica o aplicada) para la obtención de nuevos o mejorados productos, procesos o servicios, superando en el intertanto desafíos o incertidumbres tecnológicas.

Evidentemente se puede seguir profundizando aún más en estas terminologías, pero lo importante a considerar es que en las iniciativas de I+D se trabaja en la generación de nuevo conocimiento, distinto al existente en artículos científicos, estudios, patentes o incluso en otros bienes o servicios disponibles y accesibles (a todo este conjunto comúnmente se denomina estado de la técnica o estado del arte).

Pero también existen otras iniciativas, las denominadas iniciativas de innovación, que son aquellas conformadas por procesos que modifican, mejoran o cambian la manera en que se realizan las cosas para poder abordar un problema o desafío identificado, capturando valor como uno de sus principales resultados, es decir, generándole nuevos ingresos o ahorros al negocio que implementa la innovación.

De esta manera, entonces, es posible realizar innovación sin la necesidad de hacer I+D (mediante otros mecanismos, tales como la transferencia tecnológica). Pero ¿cómo identificar si estoy frente a un caso u otro? Aquí propongo dos recomendaciones: i) Estar en permanente contacto y colaboración con el equipo de I+D+i de la organización, ya que ellos son los que están más conscientes de los tipos de soluciones que están generando y si en ellas hay efectivamente nuevo conocimiento o no; y ii) Sociabilizar el contenido del proyecto y comprobar si somos capaces de explicar todos los aspectos de este (eso sí, siempre con gente apropiada o de confianza). Si somos capaces de lograrlo y dar a entender el proyecto, con argumentos claros y convincentes, no solo estaremos dejando claro los objetivos y resultados que se buscan en el proyecto, sino que además seremos capaces de reconocer si lo que estamos haciendo es creación de nuevo conocimiento para el estado del arte o no.

Ingresa a tu cuenta aquí

Magíster en Gestión Tecnológica

Deja un comentario

Leave a comment
scroll to top