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Todo comunica

Cuando ocultar y fraude se convierten en sinónimos.

El pasado 3 de octubre el mundo entero se sorprendía con la filtración más grande hasta la fecha: los Pandora Papers (PP). De acuerdo al sitio oficial del ICIJ (Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación), se trató de la asociación de mayor envergadura de la historia, con más de 600 periodistas de 117 países que revelaron lo que ya todos conocemos: los secretos financieros de “35 líderes mundiales actuales y anteriores, más de 330 políticos y funcionarios públicos en 91 países y territorios, y una lista global de fugitivos, estafadores y asesinos”.

Es para imaginar una escena hollywoodense: En un golpe planeado de manera magistral, los encargados de cada país abrirían, el mismo día y en paralelo, la caja, develando las respectivas investigaciones locales junto a las notas globales. El practicante de comunicaciones es el primero en ver Twitter, se preocupa pero no sabe qué hacer; lo comenta con su colega, el que se encuentra a su jefe al borde de un ataque de pánico cuando se da cuenta de que se trata de un destape global y simultáneo difundido por todas las cadenas de noticias del mundo. ¡Todas! La escena escala y continúa: comienzan las llamadas, mensajes desesperados pidiendo explicaciones, reuniones de emergencia, análisis de daños, “¿Qué debemos asumir?, ¿debemos asumir algo?”, reuniones con abogados, más llamadas, ahora gritos, “Debemos responder algo y ahora”. En la oficina de los abogados pasa lo mismo, “¿Esto cuándo fue?, ¿está vigente?, ¿qué salida tenemos?, no es nuestra culpa, nosotros trabajamos por nuestros clientes, no podemos declarar…”

La estrategia, sin fallas, dejó casi sin margen de acción a los “afectados”, encendiendo las alarmas de todas las agencias de gestión de crisis en el mundo, aquellas agencias de comunicación especialistas en crisis que antes eran capaces de detener las rotativas, pero que hoy lo tienen cada vez más difícil con la inmediatez de la información y más cuando se trata de un golpe global.

Ahora bien, aquí es importante aclarar que no todos los casos revelados son delito. En ese sentido, el mismo reporte de PP indica que existen lagunas legales que permiten el uso de paraísos fiscales. Pero, si ese es el caso, ¿por qué el impacto de estas filtraciones?

Para explicarlo mejor, citemos al teórico de las comunicaciones Paul Watzlawick y 2 de sus conocidos axiomas de la comunicación. El primero plantea que es imposible no comunicar: todo comportamiento es comunicativo. En el caso de los PP, si bien no hubo una defensa única por parte de los implicados, podemos englobar las reacciones en dos grandes respuestas: “Esto es legal” o “Usted no entiende”, y al argumentar que la evasión de impuestos ―por citar solo un caso― se realizó dentro de un marco legal, estaríamos comunicando que existen algunas personas que se pueden mover entre los límites de la ética y lo legal, y que no les importa el bien común, como construir hospitales, garantizar educación, etc.

El otro de los axiomas propuestos por Watzlawick se refiere a la simetría y/o complementariedad en las interacciones. En las comunicaciones, cada individuo tiene un rol definido que impacta la manera en que se realiza el intercambio de ideas. De esta manera, en una relación de complementariedad (ejemplo jefe -empleado), el mismo contenido es recibido, analizado y entendido bajo otros parámetros.

Entonces, si al “Esto es legal” le sumamos un “Yo puedo hacerlo porque tengo cómo”, nos encontramos ante una crisis comunicacional equivalente a un fraude fiscal, y de la que será muy difícil salir incluso siendo asesorado por los mejores expertos del área.

En vista de que la reputación se construye en años y se destruye en segundos, el objetivo de esta columna no es invitar a idear la estrategia mágica de limpieza de imagen, sino un llamado a analizar con cautela los pasos previos. Si un discurso bien escrito comunica tanto como ocultar transacciones realizadas en paraísos fiscales, ¿no será momento entonces de apostar por la coherencia y consistencia, y entender de una vez que las comunicaciones no son algo que se puede poner en pausa? Es un proceso constante que no para de transmitir.

Y si los Pandora Papers abrieron la puerta a la desconfianza, pensemos entonces, como parte de este mismo ejercicio, en Bill Gates, Elon Musk y Jeff Bezos, líderes que no se mencionan y lo que su ausencia estaría comunicando: ¿Serán ellos la última esperanza que quedó en esta caja, ya no tan mitológica, esperando marcar una nueva forma de liderazgo?

En lo personal, espero que así sea.

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Licenciada en Comunicación Social, Mg. en Dirección de Comunicación Estratégica. Docente en Panamerican Business School.

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