La reducción de la jornada laboral es una discusión que comenzó a tener fuerza desde la presentación en la Cámara de Diputados, el año 2017, del proyecto de ley que plantea la disminución de 45 a 40 horas semanales de trabajo. Este proyecto si bien ha tenido avances, pareciera estar lejos aún de poder concretarse. Sin embargo, el tema ha vuelto a acaparar la atención pues es parte del programa de gobierno del presidente electo y existen expectativas en la gente que esto se vuelva una realidad dentro de los próximos 4 años.
Pero, el escenario de hoy es muy diferente al de 2017. El COVID-19 golpeó con fuerza un mercado laboral que a la fecha aún no logra recuperarse del todo, y se mantiene expectante al impacto que puedan tener las variaciones en las ayudas sociales. Ante esto, es importante analizar el efecto de la implementación de la disminución de la jornada laboral, comprender las condiciones que se debieran tomar en cuenta para evitar que afecten negativamente el nivel de los sueldos y de empleo y los alcances que pudiera tener en cada sector económico.
Según indica el “Análisis Técnico de la Reducción Legal de la Jornada Laboral”, elaborado por la Comisión Nacional de Productividad, si bien el impacto puede variar entre industrias, de no haber una ganancia en productividad que compense la reducción de la jornada laboral se generaría un impacto negativo en los sueldos de los trabajadores con contratos nuevos. Esta disminución sería causada por el incremento en los costos unitarios que significaría una medida como esta para la producción.
Debido a lo anterior, si se desea mitigar los efectos negativos de la reducción de la jornada, necesariamente debieran incorporarse en la discusión medidas que ayuden a las empresas a realizar los ajustes que permitan aumentar la productividad. Para esto, es fundamental avanzar en la flexibilidad de la jornada laboral, dar facilidades para aumentar capital (maquinarias) e incentivar la innovación. Desde el punto de vista de los trabajadores, se hace necesario fomentar la capacitación para aumentar la calificación de los trabajos a los que puedan optar.
La adaptación de las empresas a una reducción de la jornada va a depender del rubro. En este aspecto, la flexibilidad laboral resulta ser mucho más factible de implementar en determinados sectores de la economía. Por ejemplo, en el comercio se pueden adaptar los horarios de atención y se puede beneficiar de contratar mayor cantidad de personas con media jornada. Sin embargo, en rubros donde se requieren procesos continuos de producción o de prestación de servicios (industrial, construcción, minería, salud, etc.), resulta más complejo que puedan beneficiarse de la flexibilidad laboral, obligando a estas empresas a buscar otros mecanismos para aumentar la productividad.
Pero la pandemia no solo trajo efectos adversos. El impulso que le dio a la digitalización de procesos y la irrupción del teletrabajo ha llevado a muchas empresas y profesionales a adaptar su forma de trabajo abriendo posibilidades de disminuir costos como el arriendo de oficinas y mantención de sucursales, y ahorrar costos y tiempo de traslado por reuniones, incrementando de esta forma la productividad.
En conclusión, el mercado laboral se ha visto expuesto a un escenario desfavorable desde la llegada de la pandemia y en este escenario la reducción de la jornada laboral es una iniciativa que necesariamente debe ser evaluada en conjunto con medidas que permitan una mayor flexibilidad laboral y que aumenten la productividad. De no hacerlo, se corre el riesgo de que una gran parte de la industria no logre acomodarse a un escenario que, en general, va a significar un mayor costo para las empresas y en consecuencia afectar el empleo.
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