Close

El entorno primero: la innovación en la educación superior técnico-profesional

La Educación Superior Técnico Profesional (ESTP) en Chile tiene una participación muy limitada en la innovación productiva y social, y si bien ha habido esfuerzos por cambiar este panorama, es importante declarar con mayor determinación que el beneficiario principal son los actores del entorno y no los estudiantes.

La Ley 21.091 sobre educación superior, publicada en mayo de 2018, es el primer incentivo normativo creado para que las Instituciones de Educación Superior Técnico Profesional (IES TP) hagan innovación. Se señala, en concreto, que la misión de los Institutos Profesionales es formar profesionales “capaces de contribuir al desarrollo de los distintos sectores productivos y sociales del país”, y “crear, preservar y transmitir conocimiento”, a través de la “docencia, innovación y vinculación con el medio, con un alto grado de pertinencia al territorio donde se emplazan”. Algo similar se dice de los Centros de Formación Técnica.

A la vez, la ley modifica el Sistema Nacional de Aseguramiento de la Calidad, considerando que las IES TP pueden optar voluntariamente a la dimensión de “investigación, creación y/o innovación”, teniendo como misión “desarrollar políticas y participar en actividades sistemáticas que contribuyan al desarrollo, transferencia y difusión de conocimiento y tecnologías, así como a la innovación, con el objetivo de aportar a la solución de problemas productivos o desafíos sociales en su entorno relevante”.

A partir de esta Ley se impulsaron dos líneas de trabajo que ayudan a instalar la innovación en la ESTP. La primera corresponde a la publicación en el Diario Oficial, por parte de la Comisión Nacional de Acreditación (CNA), de los nuevos criterios y estándares de calidad del subsistema técnico profesional, donde se establecieron dos criterios para la dimensión de innovación: el diseño e implementación de políticas institucionales que promueven “la solución de problemas productivos o desafíos sociales en su entorno relevante” (criterio 15), y la gestión de dicha política en base a resultados e impacto (criterio 16). La segunda línea es el Programa IP-CFT 2030, coliderado por el Ministerio de Educación y CORFO, el cual ha financiado ―entre otras cosas― el diseño de una veintena de Planes Estratégicos “para incorporar innovación y transferencia tecnológica en el quehacer institucional”.

Si bien todo lo logrado puede ser aplaudido, no podemos afirmar por ello que la ESTP participe sistemática y significativamente de la innovación en Chile, pues para avanzar en esa dirección hay un paso importante que debemos dar: reconocer que el estudiante no puede ser el centro de todo el quehacer institucional.

La centralidad del estudiante se ha convertido en un verdadero mantra del aseguramiento de la calidad de las IES TP, y eso trajo consigo grandes mejoras para cuando la docencia era la única misión de la educación técnica. Pero hoy el escenario es otro: la innovación es una misión diferente, y el foco no puede estar en el alumno. Para una institución educativa que innova, el entorno es el nuevo beneficiario principal: una pequeña empresa, un gremio sectorial, una junta de vecinos o la comunidad en su conjunto. A estos actores van dirigidas las actividades de innovación de las IES TP, y a ellos por ende debemos responder por los resultados obtenidos.

Hoy, sin embargo, las instituciones no parecen distinguir de manera suficientemente clara entre su misión central con el estudiante y su misión de innovación con el entorno, y esta ambigüedad podría ser una amenaza para la innovación, y tal vez incluso para la docencia. Tomemos un ejemplo: una microempresa familiar que se vincula con un Centro de Formación Técnica de su territorio para avanzar en la digitalización de sus operaciones. Si este proyecto fuera centrado en el estudiante, el objetivo sería entonces el logro de ciertos aprendizajes, pero ese no es el interés de la empresa, sino la digitalización, y por ende la participación de alumnos en ciertas actividades no debería poner en peligro el logro del resultado esperado. No tener claro quién es el beneficiario principal del proyecto es aquí un problema.

Las IES TP pueden ser un aporte muy importante en la innovación productiva y social de Chile, y ayudar, incluso, a destrabar una de las principales debilidades de nuestra economía, según nos recuerda el Global Innovation Index de este año: la poca diversificación de la industria local. Pero para eso, es importante tener en claro hacia quién van dirigidos los esfuerzos, y en esa particular misión los estudiantes son solo parte del equipo y no su principal jugador.

Ingresa a tu cuenta aquí

Director Ejecutivo de Cartis

Deja un comentario

Leave a comment
scroll to top